Este cuento, “El
embalse maldito” al igual que casi todos mis cuentos tiene una base en hechos
reales… Así que, tengan mucho cuidado la próxima vez que vayan a bañarse a una
represa, embalse, o como quieran llamarle… no sea cosa de que se trate del
mismo lugar del cuento…
Del
libro: Terror en el fogón.
Capítulo
1
“El
embalse maldito”
El calor
era sofocante a pesar de la abundante vegetación, de la cercanía de un gran
embalse de agua, y del hecho de que ya estaba bastante entrada la tarde... Los
dos hombres habían elegido la sombra de una gran acacia para conversar al
abrigo del sol. No había nada en común entre ellos dos. Uno parecía un
irlandés, de pelo corto colorado que le había ganado el mote de “cabeza de
fósforo” entre sus conocidos, llevaba una bermuda de playa verde y amarilla y
una sudadera azul con vivos grises. Tenía los brazos, las piernas y toda la
cara roja a causa de una excesiva exposición al astro de fuego que había
reinado libremente los últimos días, sin quién cuestionara su soberanía en el firmamento…
El otro era
lo opuesto completamente: un hombre curtido, de pelo largo bien blanco, la cara
cuajada por el sol. Su piel se parecía más al cuero de un animal salvaje, que a
la piel de un ser humano. Y de bermuda, nada… estaba vestido de pies a cabeza,
llevaba el atuendo de un hombre de campo, de un gaucho de tierra adentro: botas
de cuero de caballo, bombacha de campo con cinturón de monedas ladeado hacia la
izquierda al cual se ajustaba, en la espalda, el infaltable facón… Una camisa
remangada, que supo ser blanca cuando colgaba en la vidriera de una tienda de
pueblo, y el típico sombrero. En su labio inferior bailaba alegre un cigarro de
chala que prendía y apagaba varias veces antes de terminarlo.
-¿Y de ande
dice que vienen? –preguntó el gaucho mientras apagaba el pucho con sus dedos (que
más se parecían a un apretuje de morcillas) sin quemarse.
-Somos de
un colegio de la capital. Vinimos de campamento de fin de curso –contestó el
pelirrojo que más que a un fósforo, gracias a la quemazón de todo su cuerpo, se
parecía a un morrón. Un morrón rojo, claro, ya que también los hay verdes e
incluso amarillos. –Vamos a estar un par de noches. Somos un grupo de quince
alumnos más dos profesores y yo que soy el adscripto. Esta noche llega también
el director…
-¡Lindazo
el lugar pa acampar! –apuntó el criollazo. –buenaza la sombra y la represa
cercana, ayuda a que las calores sean más llevaderas…
-¡Nada más
cierto, Don Euclides! –apoyó el de las bermudas que había memorizado el nombre
del criollo cuando se presentaron. –Aunque he de decirle que nunca había
conocido un lago de tierra adentro de agua salada, aunque se, por cierto, que
existen… Ahora mismo se están dando un buen chapuzón mientras que a mí me toca
cuidar el fuego del fogón que estamos preparando para esta noche y…
-¡¿Ande
dice que están los gurises?! –lo interrumpió el del sombrero, no con un gesto
de descortesía si no de verdadera preocupación. Le urgía obtener la información
mientras ladeaba la cabeza al cielo, buscando el sol y arqueaba la ceja derecha
mientras su ojo se abría en señal de sorpresa. –Ya han de ser al meno la siete
y media… ¿nadie leeh avisó sobre los baños en el embalse?
Antes de
que el descendiente de Mac Alerby pudiera responder, unos gritos angustiados se
dejaron escuchar en dirección a la represa. El criollazo no se dejó sorprender
y como un resorte se puso en movimiento, y antes de que el pelirrojo pudiera
decir agua va, el baqueano salto a la grupa de su caballo y espoleándolo en las
verijas se lanzó al galope internándose en el bosquecillo que los separaba del
embalse… Los gritos seguían, cada vez más desesperados…
Cuando el
jinete llegó a la orilla, el espectáculo no podía ser peor: una cantidad de
chicos salían del agua aterrorizados al tiempo que dos de ellos eran arrastrados
de aquí para allá como muñecos de lana, por alguna misteriosa fuerza de las
profundidades… El valeroso gaucho de tierra adentro, no lo dudó ni un instante
y volviendo a azuzar a su fiel compañero se metieron al agua, pronto el agua
tapaba el lomo del caballo que ahora nadaba con gran soltura mientras Don
Eusebio se mantenía sentado en su recado, blandiendo su rebenque al aire y
profiriendo todo tipo de gritos y silbidos incomprensibles, como si estuviera
arreando ganado. Al acercarse a los muchachos, que agotados ya dejaban de
resistirse, comenzó a dirigir su rebenque al agua golpeando fuertemente hasta
que uno de ellos quedó liberado. Con gran destreza lo tomó y lo ubicó en la
grupa del cuadrúpedo devenido en barcaza. Luego se dirigió hacia la segunda
víctima y repitió el mismo proceso hasta liberarlo también. Por alguna razón,
la bestia subacuática no atacó al jinete y se limitó a emitir un ahogado y
terrorífico chillido. Antes de desaparecer por completo, y mientras Don Eusebio
se dirigía a la costa, los demás muchachos, junto con los supervisores y el
colorado que ya se había unido al grupo, vieron claramente, y con un terror
incontenible, como una mano inconfundiblemente humana emergía del agua y se
tensaba en forma de garras intentando agarrar algo que ya estaba fuera de su
alcance…
Cuando
caballo y cabalgadura alcanzaron la playa, los dos muchachos exhaustos se
dejaron caer al suelo, al tiempo que todos corrían a auxiliarlos. El colorado
se acercó al jinete y con la cara aún dibujada por el terror, alcanzó a
balbucear… -¡Popo… por Dios… Qué fuefué lo que papasó!!!
El sol se
ocultaba ya en el horizonte lejano…
Estaban
reunidos alrededor de fuego, que a pesar de ser un círculo se vislumbraba una
cabecera imaginaria ocupada por Don Eusebio, ya que todas las miradas estaban
puestas en él. Todos se habían secado ya y habían cambiado sus ropas, estaba
templado y agradable a pesar de que el ánimo de grupo seguía choqueado por los
acontecimientos vividos en el embalse. Necesitaban una explicación racional para
entender lo que había sucedido.
-¡No
siempre existe una explicación que la razón acepte, para todo! –dijo con
firmeza el baqueano que por momento parecía transformarse en un filósofo. Un
filósofo un poco particular porque hablaba con el cantito criollo tan típico de
la campaña, arrastrando algunas letras y comiéndose otras. –El universo es tan
complejo e inabarcable que nosotro no tenemo la capacidad de conocerlo y mucho
meno de comprenderlo en toda su enorme magnitud. Por eso hay fenómeno que, si
bien a nosotro nos parecen sobrenaturales, tienen una explicación natural real
pero que está por ahora fuera de nuestro alcance.
-Pero qué
fue lo que pasó allí –se animó uno de los muchachos involucrados- para mí fue
muy real… yo sentí que era una mano la que me agarraba del pie y me tiraba de
un lado al otro.
-Y todos
vimos claramente una mano humana emerger del agua… -dijo otro.
-Lo que han
vivido hoy ustedes acá, no van a olvidarlo por el resto de sus vidas… así como
yo, tampoco lo he hecho. No tengo una explicación para darles, para calmar sus
conciencias y apaciguar la imaginación… -dijo. –Pero si sé lo que sucedió hoy,
y sé quiénes lo provocaron…
La pausa se
hizo eterna hasta que uno de los muchachos no aguantó más y casi gritó
-¡Cuéntenos… por favor!
-Esta
historia comenzó hace más de cincuenta años, el mismo tiempo que tiene de
construido este embalse. Yo tenía apenas cinco años y el recuerdo de lo que
aquí sucedió me persigue como una garrapata prendida de mis recuerdos,
absorbiendo todos aquellos que no se relacionan con esta historia y dejando
vivo, cada vez más vivo, este terrible suceso. Ya casi no recuerdo nada de mi
niñez, ya casi todos aquellos recuerdos alegres, felices en los cuales me
refugiaba de pequeño para no pensar, han sido borrados de mi memoria. Ya casi
no me quedan más recuerdos que los relacionados al embalse, ¡maldito embalse…!
–hablaba casi para sí mismo. Tomó una botella de vino que uno de los
supervisores le acercó e ignorando el vaso que yacía junto a ésta, la empinó en
un largo sorbo. El elixir ya era de su propiedad…
-Cuéntenos
qué pasó –lo animó a seguir el “cartel de Pare” como también le decían al pelirrojo.
-Cuando se
decidió la construcción de un embalse, cuyas razones y oportunidad nunca fueron
cuestionados por nadie de la zona, se determinó que el lugar más apropiado era
el que actualmente ocupa. Pero el valle estaba ocupado por un pequeño pueblo
que se desarrollaba acompañando un arroyo. Para poder llevarlo a cabo las
autoridades de la zona prometieron relocalizar a todos y cada uno de los habitantes
en un pueblo nuevo ubicado en las cercanías. Todos estuvieron de acuerdo en
mudarse a casas nuevas y más confortables. Todos, menos los Pérez…
-¿Su
familia vivía en ese pueblo? –preguntó uno de los muchachos aprovechando un
nuevo empine del vino.
-Si y no,
nosotros vivíamos en las afueras del pueblo. Vengo de una familia de gauchos y
no nos gusta vivir en comunidad, así que vivíamos a unos kilómetros del pueblo.
Pero como era zona baja e inundable también a nosotros no ofrecieron mudarnos…
Nosotros éramos vecinos de los Pérez… Y también a ellos le ofrecieron lo mismo
que a los demás. Pero ellos se negaron. Allí tenían su historia, sus recuerdos,
sus memorias. Allí habían nacido, los padres, habían nacido los dos hijos y
allí habían perecido sus antepasados y yacían enterrados en medio del campo –
dijo con la mirada perdida, recordando perfectamente cada detalle, cada palabra
de lo sucedido tantos años atrás…
Todos los campamentistas
estaban absolutamente atrapados por la historia que aún no alcanzaba su punto
máximo.
-Lo cierto,
es que muchos intentaron hacerles cambiar de opinión. Hacerles ver lo mucho que
iban a ganar ellos y sus hijos con el cambio, pero ellos seguían negándose… Por
pedido de mis padres, incluso yo intenté hablar con sus hijos, que eran amigos
míos. Javier y Rosita… La bella Rosita, la más hermosa de las flores… A pesar
de mi corta edad siempre supe que estaba prendado de su belleza… -se repuso del
único y pequeño momento de paz y ternura que prometía el relato y continuó-
pero tampoco me escucharon. Repetían como un disco de pasta rallado, los mismos
argumentos que sus padres, e incluso se enojaron ante mi insistencia. Hubo una
reunión en el pueblo a la cual no fueron invitados. La intención de las
autoridades locales era que todos los habitantes del pueblo accedieran a
mudarse y la negativa de uno solo ponía en peligro un proyecto que seguramente
traería progreso a la zona. Y como no querían ninguna responsabilidad en el
hecho le pasaron el problema a todo el pueblo. Que se decidiera por mayoría…
¡Que los saquen a la fuerza! Me acuerdo que escuché gritar a algunos. Un
escribano dijo que no se podía hacer nada, que los Pérez eran dueños de su
tierra y que sólo expropiando la tierra se podría seguir adelante, pero eso
retrasaría las obras muchos años… Finalmente se votó y salvo el escribano y mis
padres, el resto del pueblo acordó que se seguiría adelante, sin importar la
férrea determinación de los Pérez en quedarse en sus tierras.
Don Eusebio
se frotó la garganta y le dio un nuevo beso a la botella, que ya bajaba de la
mitad. Luego la miró un momento como diciendo: eres la única que logra
aletargar estos terribles recuerdos…
-¿Y qué
hicieron? ¿Los sacaron a la fuerza? –lo azuzó otro de los muchachos.
-No, no se
hizo nada con ellos. Comenzaron las obras para hacer el terraplén y al mismo
tiempo las casas para reubicar a la gente del pueblo, pensando que al ver el
avance de las obras los Pérez cambiarían de opinión. Pero fue lo contrario y
ellos se volvieron cada vez más firmes… Las obras duraron varios meses y en ese
tiempo nadie más visitó a los Pérez, pensando que cuando el agua comenzara a
crecer ellos dejarían su hogar y sus pertenencias para ir al nuevo y flamante
pueblo cercano. Pero una vez que la presa quedó terminada, una vez que se cerró
la pasada del arroyo y el agua comenzó a crecer y a crecer, y a crecer, los Pérez
no mostraron ni la más mínima intención de dejar su casa. Muchos días pasaron
para que el agua de embalse alcanzara los límites del terreno de los Pérez y
durante esos días muchos fueron los vecinos que volvieron a intentar convencer
a la familia de dejar el lugar, y muchos fueron los que fracasaron. En el
pueblo este tema era el más importante, la conversación obligada cuando más de
uno se encontraban a charlar. Y cuando el agua llegó hasta la puerta de la casa
de los Pérez, todo el pueblo fue hasta allí a intentar hacerles entrar en
razón. Sólo pudimos acercarnos a unos trescientos metros de la casa porque el
agua no permitía que nos acercáramos más. El agua seguía subiendo
inexorablemente… Comenzamos a gritarle: ¡Salgan! ¡Dejen ese lugar! ¡Hay una
hermosa casa esperándolos en el pueblo! ¡Por favor! ¡Se van a ahogar! Todo el
pueblo se encontraba allí, gritándoles, rogándoles en medio de llantos, que se
pusieran a salvo…
-¡Y qué
hicieron! –preguntó uno que no se pudo aguantar…
-…en eso se
abrió la puerta y el matrimonio con mi amigo y mi amor se dibujaron en el
umbral de la puerta –continuó el relato sin dar cabida a la interrupción. –El
agua le llegaba ya a la altura de la cintura a mi dulce Rosita. Nos miraron con
la cara de odio más atemorizante que jamás ví. Luego el padre habló… Recuerdo
cada una de sus palabras como si las hubiera escuchado esta misma mañana. Dijo “Yo maldigo esta presa y todas las bondades
que se supone traerá para la zona y sus habitantes. Yo maldigo el agua que
invade mi casa y atemoriza a mi familia. Yo maldigo al pueblo malo, a que su
belleza sea ignorada y sus caminos olvidados. Los maldigo también a cada uno de
ustedes y a sus hijos a tener que vivir aquí por el resto de sus días y a no
poder disfrutar de la frescura de este lago. Yo los maldigo a recordar este
momento por siempre. ¡Nuestra muerte quedará grabada en sus memorias!”
Luego los cuatro extendieron el brazo derecho apuntándonos y mientras abrían
sus bocas exageradamente profirieron el grito más aterrador que puedan
imaginar. Mi pelo adquirió en ese preciso instante el color que hoy tiene… Un
rayo cortó entonces el cielo repentinamente nublado mientras el estruendo del
trueno pareció ratificar la maldición evocada. Una fuerte lluvia se desencadenó
sobre la zona, la puerta de la casa se cerró violentamente y ya no los vimos
más… A causa de la lluvia, el arroyo que alimentaba el embalse se transformó en
un caudaloso río y la casa fue sepultada por las aguas, en menos de diez
minutos…Pasó más de una hora, bajo la tormenta, para que alguno de nosotros
pudiera salir de shock en el cual estábamos y emprender la vuelta a nuestras
casas. ¡Ellos son los que habitan las profundidades del embalse! Son ellos los
que atrapan a los desprevenidos acampantes, y se los llevan a su casa en el
fondo del lago…
Los chicos
y los supervisores estaban con la boca abierta, no podían creer la historia que
ese hombre curtido, que por momentos pareció quebrarse, les había contado. No
podían creer que una historia como aquella, hubiera sucedido en realidad, más
allá de que creyeran o no, que los espíritus de aquella familia continuase
habitando en las profundidades del lago.
-¡Entonces…,
entonces se ahogaron! –exclamó uno de los muchachos sobrepasado de la emoción.
-Eso es lo
que se cree, aunque nunca se pudo saber con certeza… -contestó el gaucho
dándole un nuevo sorbo al dulce licor de uva.
-¿Cómo que
nunca se supo? –exclamó uno de los supervisores.
-Cuando terminó
la tormenta, las autoridades mandaron uno de esos equipos que nadan bajo el
agua, ¿vio? Esos que se enfundan en hule y llevan como una botella en la
espalda para respirar… Ellos bajaron hasta la casa, y entraron, pero no
encontraron ningún cuerpo… ¡Y eso que la casa estaba trancada por dentro y
tuvieron que romper la puerta para poder entrar! ¿Y saben que fue lo que más
les llamó la atención?
-¡¿Queee?!
–saltaron de inmediato todos.
-¡Que la
casa estaba intacta! ¡Cosa e mandinga! ¡A pesar de que un río de agua había
pasado a través de ella, no había un vidrio roto, ni una alfombra movida, ni
una lámpara caída! Como si una extraña fuerza se empecinara por mantener
aquella casa incorruptible al paso del tiempo y de los fenómenos naturales...
-¿Y qué
pasó después?
-Pasó lo
que tenía que pasar… ¡La maldición se cumplió en todos sus términos!
Aparentemente, debajo del valle existía un bolsón gigantesco de sal y el peso
del agua lo liberó contaminando no solo el embalse, si no también, las napas de
agua subterráneas. Ya no se pudo usar el agua para regar los cultivos y lo que
en un principio se planteó como una solución resultó ser el causante de la
desgracia que se volvió contra todo el valle. El pueblo se fue apagando y
cuando algún vecino quería emigrar le iba muy mal, no conseguía trabajo, eran robados
y finalmente volvían, no porque aquí encontraran la paz, si no porque no les
quedaba otro lugar a dónde ir… Y les puedo asegurar que ninguno pudo olvidar jamás lo que aquí hicimos. Aún hay
noches en las que despierto aterrorizado, escuchando aquel grito que decoloró
mi cabello a los cinco años…
-¡Qué
suerte entonces que tuvimos hoy de escapar con vida! –dijo uno de los muchachos
que había sido víctima del espectro.
-¡Mucha
suerte! Durante el día no hay problema con los baños, pero cuando comienza a
bajar el sol, son los dos hijos quienes salen a buscar víctimas, y creo que, de
alguna manera, aún me recuerdan; y fue sólo porque fui yo quién entro a
rescatarlos, que ustedes pudieron escapar. Pero en la noche, quién anda
buscando su presa es Don Pérez… Él no tiene clemencia, no hay forma de escapar
de su abrazo…
Don Eusebio
le dio el último beso a la botella, dejándola completamente seca, subió a su
caballo y se alejó lentamente. Todos se fueron a dormir y a pesar de las
emociones sufridas ese día, de tan agotados que estaban, se dejaron atrapar
rápidamente por los suaves brazos del sueño.
A eso de
las dos de la mañana llegó un auto iluminando las carpas, más nadie dio señales
de vida de tan cansados y dormidos que estaban. Del auto se bajó el director.
La noche estaba muy templada y la luz de la luna iluminaba a través del
bosquecito, la superficie plateada del embalse. Se puso el traje de baño y se
dirigió a la orilla. Era una noche soñada para tomar un baño a la luz de la
luna…
El grito
espeluznante invadió la tranquilidad de la noche, acallando de inmediato
cualquier otro sonido de la naturaleza. Mas nadie se percató, nadie lo escuchó,
de tan cansados y dormidos que todos estaban…
¡Espero que te haya
gustado!!!
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agradezco lo compartas en tus redes...
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¡Graciaaaaas!!!!